JACQUES MARITAIN

1. LA PERSONA
Jacques Maritain es un filósofo francés del siglo XX, falleció en 1973. Hemos dicho "un filósofo" y no un ideólogo político, como tantas veces se le pretende invocar. Es cierto que tiene una filosofa cristiana de la democracia, pero porque antes es un metafísico, un filósofo de la persona humana, de la moral, de la cultura y del arte. Antes de escribir Huma-nismo integral (1936), obra ciertamente de filosofía política cristiana, había escrito su obra mayor, Metafísica del conocimiento, base y fundamento de muchas de sus ideas posteriores, particularmente de las políticas.
Maritain fue un converso, lo que nos explica la radicalidad de algunas de sus posiciones filosóficas. Fue el gran León Bloy quien influyó en su conversión, Bloy que a su vez también había sido un converso.
Maritain se casó con Raissa, judía como él; se conocieron estudiando filosofía en la Sorbona; ambos fueron ganados para la filosofía por Bergson. Maritain escribirá, entre otras obras, La filosofía bergsoniana, y compartirán, Raissa y él, allá en la Universidad de París la misma angustia existencial, las mismas interrogantes sobre la existencia, las mismas dudas, el mismo deseo de suicidarse juntos, si es que no lograban encontrar una respuesta satisfatoria a su "ser en el mundo". Por cierto encontraron este sentido en el vivir cristiano, y no en las escuelas de la Sorbona, llenas entonces de experimentalismo, positivismo y racionalismo, doctrinas incapaces de responder los misterios del hombre. Raissa, de un gran impulso vital, animaba siempre a su marido en las grandes decisiones: escribir, investigar, polemizar... Con razón confesó un día el filósofo francés: "Mis intuiciones filosóficas, así como mis grandes decisiones, son de mi mujer". Raissa murió en 1960, Maritain en 1973.
Los Maritain fueron filósofos de profunda raíz tomista; fue ella, su mujer, quien primero descubrió a Santo Tomás, después, a través de ella, lo conoció Maritain su marido, y por obra de los dos, Santo Tomás ingresó a la Sorbona, allí mostraron ellos la sapiencia, que es más que la sabiduría, del filósofo y teólogo cristiano de la Edad Media.

2. MARITAIN, FILÓSOFO CRISTIANO
Maritain nunca aceptó ser considerado teólogo, aunque también lo fue. En numerosos retiros espirituales, compartió con destacados teólogos de la Iglesia Católica y fue mentor de muchas Encíclicas papales. Su obra Consideraciones libres es, sin duda, una obra teológica, aunque haya tesis difíciles de compartir por su "origenismo", así aquello de que nadie se va a condenar, pues la infinita misericordia de Dios y su satisfacción en la Cruz harían posible el arrepentimiento final del aún más recalcitrante pecador. Es difícil compartir esta tesis por cuanto en el Evangelio se lee: "muchos son los 'llamados y pocos los elegidos' ", "allí será el llanto y crujir de 'dientes' ", "el Padre colocará a los justos a su derecha", etc. Otro ensayo teológico suyo, inserto en Consideraciones libres tiene que ver con el sentido demoníaco del dinero; para Maritain, la mejor sociedad sería aquella en la que el gran enemigo de ella, el dinero, hubiese desaparecido; el dinero es el gran Manmón bíblico, el engendrador de tal cadena de pecados, que no merece ser defendido como factor constructor de sociedad; engendra la envidia, la esclavitud, el odio, las guerras, el individualismo y consiguiente egoísmo, el desprecio de Dios y amor por el oro, la usura, las secretas venganzas, la corrupción capitalista, el surgimiento del comunismo ateo etc. etc. Maritain sentía en verdad aquella verdad bíblica: "Allí donde está tu tesoro, está tu corazón". No obstante estas doctrinas sobre la salvación y el dinero, difíciles de defender si se radicalizan, Maritain nunca las hizo valederas en el campo de sus principios filosóficos. Nunca el filósofo francés defendió fuese innecesaria la confesión e innecesario el sistema capitalista cuya base es el dinero y su función social.
Maritain defendió apasionadamente la existencia de una filosofía cristiana, tema muy discutido allá por los años 1930 en la que participaron, entre otros, Blondel, con menor apasionamiento Gilson -menos ortodoxo que Maritain- y el propio Maritain. El punto de arranque de la tesis de Maritain es esta: Como cristiano debo aceptar que existió el pecado original o, simplemente, afirmar que es un mito; si es un mito, este encierra un hecho escondido, una "res", pues todo mito es una pedagogía, lleva oculta una verdad. La verdad del mito del pecado original -Datum sed non concesum"- es que nuestra mente y nuestra voluntad fueron debilitadas por algún ignoto suceso del pasado, luego debo ejercitar, esforzar mi mente y mi voluntad, buscar la verdad y amar el bien, no los puedo despreciar, y esta actitud ¿ qué otra cosa es sino la del filósofo? La filosofía es ontología (inteligencia) y moral (voluntad), la ontología me lleva a descubrir la verdad para contemplarla; la moral tiene que ver con el bien y su cumplimiento.
Maritain es, así pues, un metafísico, esta es su tarea principal en una época en la que la metafísica fue y es tan maltratada. La historia de este desprecio tiene una vieja data, arranca de Duns Scotto y de G. De Ockan, franciscanos ingleses, pasa por Hobbes, Descartes, Kant, Hegel, Marx, y Heidegger, que es el Hegel de hoy.
El último ataque a la metafísica nos está llegando por la vía de la hermenéutica, base de todo relativismo, pues llega a afirmar que cada cosa tiene el valor de la situación en que se encuentra. La hermenéutica ha sido, sin duda, una valiosa herramienta para interpretar la Sagrada Escritura, pero sólo en la medida en que afirma que un texto determinado ha de entenderse, además, en su contexto y lugares paralelos, así como con lo "consabido".
Para Maritain la filosofía es una pregunta por el ser: quién soy, de dónde vengo, que sentido tiene el vivir, qué sean el mal, el tiempo, la muerte ... En este sentido, todos somos filósofos para Maritain, el hombre es un animal metafísico. Hasta ese hombre común, que da respuestas a tales interrogantes, está haciendo filosofía "del sentido común". Las grandes abstracciones filosóficas tienen que ser validadas justamente por ese sentido común o no son filosóficas. El contralor de la más alta filosofía, es siempre el sentido común. Maritain es en filosofía, como estarnos observando, un gnoseólogo, un dignificador del "conocer" realista, en la misma línea de la metafísica del conocimiento de Aristóteles y Santo Tomás.
3. MARITAIN Y EL ARTE
Maritain hizo también filosofía del arte y ésta a partir de sus experiencias artísticas en contacto con famosos pintores como Severini, Rouault y otros; con ellos compartió sus apreciaciones estéticas. Fruto de este intercambio de experiencias fueron sus dos libros Arte y escolástica y La intuición creadora en la poesía y el arte, publicado en inglés, en Estados Unidos, obra traducida después con el impropio título Poesía y arte. La primera de estas obras es de filosofía práctica, la segunda se centra en la intuición, examinada como parte del derecho natural y que no debe ser despreciada, pues no todo llega al hombre por vía de razón lógica.

4. MARITAIN Y LA ANTROPOLOGÍA
Aquí Maritain se centra en el estudio de la filosofía de la persona y los Derechos Humanos. La Declaración de los Derechos Humanos de San Francisco, 1948, se debe en buena medida a Maritain. Fueron los franceses quienes arbitraron esta Declaración y el General De Gaulle quien pidió a Maritain participase activamente en nombre del gobierno francés. El propio Papa Juan XXIII solicitó a Maritain un esquema para elaborar su Encíclica PACEM IN TERRIS, Encíclica de los Derechos Humanos y de los Deberes, pues centrar el tema sólo en los Derechos es una posición cínica, "Derechos y deberes son co-rrelativos".
Maritain plantea con toda rectitud la existencia de una jerarquía entre los diversos derechos: El primero de ellos es el derecho a la vida, a la concepción y el último derecho, buscar la verdad y contemplarla, tal como proponía Aristóteles. El derecho a la vida y a la verdad, es el centro de todos los demás derechos. Ya Santo Tomás en 1. 11. 90-95 de la SUMMA THEOLÓGICA, señala la existencia de tres pisos, cuando se habla de derechos y deberes: El de la Ley Natural, el de la Ley Revelada y el de la Ley Positiva. Todo esto es objeto de reflexión por Maritain en su obra Derechos del hombre y ley natural.

5. MARITAIN Y LA FILOSOFÍA DE LA SOCIEDAD
El filósofo francés entiende la filosofía política como una reflexión sobre la sociedad, la polis o la civitas, al estilo aristotélico, -véase el primer capítulo de la Política de Aristóteles- no como filosofía de un partido político particular. El hombre es "un animal político", como decía Aristóteles, y en este sentido la política no es ajena a la filosofía. Han de leerse las obras de Maritain El hombre y el estado o Principios de política, donde, precisamente delimita su filosofa, y no leer sólo Humanismo integral, obra a la que tanto se ha acudido para apoyar ideas determinas de partidos políticos.
Para Maritain la polis no existe sin familia, aquí Aristóteles, Santo Tomás y Maritain se encuentran en la misma línea afirmativa; destruida la célula de la sociedad se destruye la misma familia. La sociedad más natural es la familia y esta se funda en la conyugalidad, no en el feminismo, el abortismo y otras formas en que hoy se intenta fundar la sociedad.
En el filósofo francés no hay política sin filosofía moral, tema que Maritain desa-rrolla en Moral, cultura, antropología, entendiendo la cultura no al estilo de Hegel. A partir de Maritain, se puede decir que, por primera vez existe una reflexión más plena sobre la po-lítica; hay que considerar que Santo Tomás en su obra De regimine princiupe no desarrolló todas sus ideas políticas.
Ahora bien. para Maritain la política es siempre un ideal utópico, un "desideratum", así lo propone en Del régimen temporal y la libertad y en Humanismo integral; añade, quienes fundan su política en la tierra, como fin último, siempre nos llevan al totalitarismo, idea que aparece igualmente en Pío XII y en Juan Pablo II. Señalaba Maritain el año 1943 en la Universidad de Princeton: "Si la democracia no tiene valores permanentes, lo que quiere decir trascendentes y universales, es cualquier cosa menos democracia", pues se funda un cristianismo laico, una fraternidad universal sin Dios. Maritain vuelve a la misma idea en Cristianismo y democracia. El filósofo francés, así como Pío XII y Juan Pablo II afirman, no obstante, ser la democracia la normal organización de la sociedad, pero ha de suponer siempre una antropología. En otra obra suya, El campesino del Garona, obra de 1960, Maritain rectifica algunas ideas suyas sobre la utopía de una nueva política y en su Correspondencia, carta a Mounier, le dice: "Me arrepiento de haberte susurrado al oído la palabra 'comunitario' ". Para Maritain el bien común ha de ser siempre vertical, prove-niente de Dios; para Mounier, por el contrario, tiene la característica de ser horizontal, un "todos hermanos" dentro del capitalismo. Era frase frecuente del filósofo francés: "En asuntos de política hemos de tener siempre la cabeza fría y el corazón cálido, pero que éste no te trague el cerebro"; en este sentido habla Maritain con frecuencia de "la crisis de la inteligencia política".
Se recomienda la lectura Introducción a la filosofía de Maritain para conocer su pensamiento filosófico, sustrato de todas sus reflexiones sobre moral, arte, ciencias sociales y sobre todo, política. Libro, por lo demás, escrito con gran sentido pedagógico.

6. MARITAIN, TEÓLOGO
Para conocer al Maritain teólogo, debemos recurrir a De la gracia y de la humanidad de Cristo, obra de 1970 o a la obra de 1968 De la iglesia de Cristo y su personal, libro este último muy resistido por los dominicos; sin embargo, Pablo VI felicitó a Maritain por esta obra que con tanto acierto supo distinguir entre la santidad de la Iglesia y las defecciones de sus miembros. Afirma Maritain que la Iglesia, tal como San Pablo señala es "sine macula", pero se encuentra fundada sobre pecadores y hay que aceptar esta realidad, pues Cristo quiso que fuese así. ¿Acaso Pedro no le negó tres veces? Las palabras de Jesús a Pedro fueron estas: "Apártate de mi, Satanás"; Jesús llama a sus apóstoles "duros de corazón", uno de sus discípulos lo traiciona, otro ha de meter su dedo en la llaga para creer. Nos hallamos ante el misterio de la Iglesia a la que confesamos como "santa" en el "Credo", sabiendo que los remeros que conducen esta nave de Pedro no siempre son puros. La historia de las defecciones de los apóstoles continúa tantas veces en la historia de la Iglesia. Santa Catalina de Siena gritó un día al Papa: "¡Vendido al demonio!", a la vez que a otro Papa, santo, le decía: "Mi dulce Cristo en la tierra".
Maritain se fija también en la evolución doctrinal de la Iglesia en una época en la que el evolucionismo en las ciencias biológicas y sociales tenía tanto peso. Al respecto, Maritain responde: Ciertamente que existen cambios históricos en la Iglesia, pero nunca en los principios ni teológicos ni filosóficos; como el P. Arintero admitió él una evolución homogénea en la doctrina de la Iglesia, un descubrir, aclarar o manifestar más, aquello que ya esta dado de una vez y para siempre en el depósito de la fe.

7. MARITAIN ANTE LOS PAPAS
El Papa Juan Pablo II admiró siempre a Maritain, su Encíclica de 1981 LABORENS EXERCENS recoge la distinción maritainiana de "trabajo subjetivo" y "trabajo objetivo", lo que importa es el obrero, no su obra. Queda ya dicho, el modo como cooperó este filósofo francés en el esquema básico de otra Encíclica del mismo Papa, PACEM IN TERRIS. El actual Papa Juan Pablo 11, en 1980, en un Congreso Tomista, recomendó se leyese Acción y con-templación obra de Maritain de 1933 admitió él una evolución homogénea en la doctrina de la Iglesia, un descubrir, aclarar o manifestar más, aquello que ya esta dado de una vez y para siempre en el depósito de la fe.

8. MARITAIN Y CHILE
En Chile se ha invocado con mucha frecuencia la doctrina social-política de Maritain, como apoyo a un cristianismo democrático. Conviene decir al respecto que el pensamiento de Maritain es supra-temporal. Maritain sólo se refirió a Chile cuando Arturo Pérez Labra, mal interpretó unos diálogos de él en El Diario Ilustrado. En lo demás Maritain desconfió siempre de los políticos, por lo que no le interesó mucho estar informado sobre lo que sucedía en Chile en el orden político cristiano. En 1965 Frey viajó a Francia y por intermedio de De Gaulle logró una entrevista con Maritain, a la sazón en Strasburgo. Frei fue a verlo, lo recibió muy amablemente. Cuando un periodista preguntó entonces a Maritain qué pensaba de la Democracia Cristiana, señaló: "Yo desconfío, de los partidos políticos de Europa pero pienso que en América Latina son diferentes".
Texto
GRANDEZA Y MISERIA DE LA METAFÍSICA
(Fragmento)
¿Cómo especular sobre la geometría del espacio si uno no ve las figuras en el espacio? ¿Cómo disertar de metafísica si no se ven las quididades o esencias en lo inteligible? Sin duda una difícil gimnasia es necesaria al poeta; pero también lo es al metafísico. En uno y otro caso es imposible, no obstante, intentar algo de provecho sí carecen de un don fundamental. Uno de mis amigos, jesuita, sostiene que el hombre, desde la caída de Adán, ha quedado tan inepto en su inteligencia que es necesario mirar la percepción intelectual del ser como un don místico y sobrenatural concedido a unos pocos privilegiados. ¡Piadosa exageración! Es verdad, sin embargo, que esta intuición es para nosotros un despertar entre sueños, un paso bruscamente dado fuera del sueño y de sus ríos estrellados. Pues el hombre tiene muchos modos de dormir. Sale todas las mañanas del sueño animal; de su sueño de hombre cuando la inteligencia se desliga (y de un sueño de dios al contacto con Dios). En el nacimiento del metafísico como en el del poeta hay una cierta gracia de orden natural. El uno, que sumerge su corazón en las cosas como un dardo encendido, ve por adivinación en lo sensible mismo -del cual no puede separarlo- el resplandor de una luz espiritual donde una mirada de Dios brilla a sus ojos. El otro, desviándose de lo sensible, ve por ciencia en lo inteligible, y desprendida de las cosas perecederas, esa misma luz espiritual captada en alguna idea. En la abstracción que es la muerte del uno, respira el otro; la imagi-nación, lo discontinuo, lo inverificable, en donde éste perece, es la vida de aquél. Aspirando ambos los rayos descendidos de la Noche creadora, uno se nutre de una inteligibilidad ligada y tan multiforme como los reflejos de Dios sobre el mundo, el otro de una inteligibilidad libre tan determinada como el ser propio de las cosas. Ellos juegan al columpio, elevándose alternativamente al cielo. Los espectadores se burlan del juego; es que permanecen a ras del suelo.
"Usted es -me ha dicho alguien- como un intérprete de magia negra que nos exigiría volar con nuestros brazos.
¾No, yo os pido volar con vuestras alas.
¾Pero, si no tenemos más que brazos...
¾¿Brazos? Alas atrofiadas, que es cosa muy distinta. Esas alas volverían a crecer, si tuvierais coraje; si comprendierais que no nos apoyamos solo en la tierra; si recordarais que el aire no es el vacío".

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